El síndrome de burnout es la cronificación del estrés laboral que provoca agotamiento físico y psicológico. En 2022, la OMS reconoció el síndrome del “trabajador quemado” como una enfermedad profesional. Sin embargo, en España todavía no se ha aprobado una ley que aborde esta cuestión de forma directa, pero hay maneras de prevenir esta patología.
Tabla de contenidos:
El burnout es un síndrome provocado por el desgaste profesional. La falta de un ambiente laboral óptimo (exceso de tensión, mala gestión de las tareas, relaciones conflictivas entre compañeros…) dificulta la tolerancia al estrés, por lo que puede volverse crónico y afectar seriamente a la salud física y mental del trabajador. Cuando esto sucede, la personalidad del empleado cambia y la autoestima es más baja, al mismo tiempo que pierde el interés en tareas que antes le gustaban.
Se trata de una enfermedad que se da en el ámbito profesional, tanto entre los directivos como los trabajadores de cara al público, por lo que es crucial poner atención a los siguientes síntomas:
El desgaste laboral de un empleado se presenta en cuatro fases:
Etapas | Características |
---|---|
1. El entusiasmo | Un empleado, probablemente joven o novato, es nuevo en la plantilla y desea cumplir con todas sus responsabilidades, pero además mejorar los resultados actuales. Asume todo tipo de tareas y cumple en el menor tiempo posible. Le gusta su puesto de trabajo. |
2. El estancamiento | Para organizarse, cada semana diseña una completa lista de objetivos. Aquí se incluyen reuniones, ejecución de tareas, presentación de proyectos… En muchas ocasiones, la jornada laboral se alarga. |
3. La frustración | Cumplir con los objetivos marcados se vuelve más complicado. Es posible que el equipo necesite más profesionales o que, simplemente, el reparto de tareas sea ineficiente. Esto también afecta a directivos incapaces de delegar. |
4. La apatía | El estrés, la frustración y rodearse constantemente de un ambiente laboral negativo afectan a la salud física y mental de cualquier empleado. La cronicidad de este malestar puede terminar en una depresión. |
Dentro de estas etapas, el síndrome del burnout deja ver los síntomas que señalaremos a continuación.
La pérdida de energía constante es un claro síntoma de un “trabajador quemado”. Desde primera hora de la mañana, la persona en cuestión siente fatiga crónica, pérdida de apetito o ansiedad por la comida (probablemente, no saludable y con alto contenido de azúcar). Otras consecuencias físicas del estrés en el trabajo son los dolores musculares, las migrañas, problemas gastrointestinales y, en el caso de las mujeres, alteraciones en el ciclo menstrual.
Pero esta patología no solo afecta al cuerpo, también tiene consecuencias negativas sobre la mente humana. La ansiedad impide que el empleado descanse o desconecte de la oficina. Por ejemplo, es incapaz de desconectar las redes sociales profesionales o dejar en visto los correos electrónicos que llegan a su bandeja de entrada fuera del horario laboral. Esto, de forma prolongada, puede derivar en la pérdida de la autoestima, graves trastornos alimenticios o insomnio crónico.
Aquellos que están sobrepasados por el trabajo, viven en un constante estado de alerta. Los mails, llamadas o cambios del horario de las reuniones pueden suceder en cualquier momento. No se despegan el móvil incluso en vacaciones o en el tiempo de ocio que pasan con sus familias o amigos. En este sentido, el teletrabajo y los avances en la tecnología que hacen posible “estar presente en todo momento”, de no gestionarlo adecuadamente, aumenta la irritabilidad y el endurecimiento en el trato. O, en otras palabras, provoca el burnout del equipo.
Quizá, en una conversación informal o en la evolución de un proyecto, este trabajador tenga que enfrentarse a la negativa de otro miembro del equipo o un superior. En lugar de adoptar un tono conciliador, es predecible aventurar que un “trabajador quemado” tendrá dificultades para gestionar las emociones y exponer sus ideas de forma constructiva.
Asimismo, “vivir para trabajar” hace que, en su vida privada, la carga constante de trabajo haga que se distancie de las amistades. O que organice quedadas, pero no esté realmente presente en la conversación o responda de forma apática. Otro síntoma es tener poca paciencia en general, por ejemplo, con sus hijos pequeños.
La inestabilidad laboral, así como los comportamientos propios del burnout, terminan en la bajada de la productividad del departamento. Es un círculo vicioso: demasiadas responsabilidades, poco margen de maniobra, resultados frustrantes y aumento de la ansiedad. La “pila de tareas pendientes” no baja, el empleado no es capaz de recuperar las horas de sueño o alimentarse de forma adecuada.
En esta situación, ningún profesional puede demostrar su potencial y ser productivo. Si el reconocimiento del síndrome de burnout como una enfermedad propia del trabajo es una necesidad para proteger a los empleados, también lo es en términos económicos. El “trabajador quemado” afecta directamente a la eficiencia de una empresa. No obstante, parece que se ha generalizado la idea de que un requisito para un puesto de trabajo debe ser el “buen manejo del estrés”. Cuando lo ideal sería reducir ese tipo de situaciones.
“A veces, cuando damos talleres sobre salud mental en el trabajo, algunos jefes preguntan cuál es el plazo para que una persona con una enfermedad psicológica se reincorpore a su puesto. Este tipo de pensamiento en las instituciones no ayuda, porque lo importante es que se trate su enfermedad”, afirma Mariela Checa, coordinadora del Servicio de Atención Psicológica de la Universidad de Málaga.
El 43% de los trabajadores españoles sienten agotamiento profesional, fatiga crónica o afirma “estar quemado”, según datos de la Guía del Mercado 2022. El mismo estudio subraya que el 70% de los encuestados piensa que este aumento se produjo especialmente durante la pandemia mundial. Los motivos que señalan son el aislamiento social y la falta del apoyo del departamento de Recursos Humanos de sus empresas.
Otros datos reveladores son estos:
Si muchos de los síntomas son similares a la depresión y el burnout afecta a un gran número de españoles, ¿por qué no hay más conciencia sobre esta patología y bajas laborales para atajarla? En 2022, sindicatos y colegios de psicólogos presentaron una propuesta ante el Parlamento para que el burnout se reconozca en el Cuadro de Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social. Este es el primer paso para establecer un protocolo, y que el proceso de bajas laborales por este motivo sea más simple.
El escenario propicio para que aparezcan “trabajadores quemados” es la sobredimensión de funciones, más responsabilidades de las pactadas en el proceso de selección, un ambiente laboral complicado, falta de liderazgo y la inflexibilidad horaria. Estas son 5 sugerencias para prevenir el burnout en tu empresa.
El “quiet quitting” es la renuncia silenciosa que las generaciones más jóvenes (y no tanto) están llevando a cabo en las empresas. En este grupo de edad, son capaces de desconectar emocional y productivamente de la corporación. No significa que descuiden sus obligaciones, sino que priorizan su tiempo libre y la salud mental. Se podría decir que no quieren “estar quemados”.
Resulta un comportamiento contra el burnout, según palabras del Foro Económico Mundial. La generación Z, así como los Millennials no quieren quedarse en maratonianas jornadas y renunciar a sus hobbies fuera de la oficina. Algunos empresarios acusan a los trabajadores de la “renuncia silenciosa” de desapego y deslealtad. Sin embargo, poner ciertos límites para evitar el burnout en la era de la ciudadanía digital, no parece una medida inadecuada.
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